
Pequeña mariposa de noviembre que amaneces en cada madrugada sedienta por volverte peregrina, perdida entre las olas del mar de su mirada, acércate a su sueño y, mientras duerme, sobre su hermosa frente reposada, dibújale una sombra de caricias con forma de corolas de la flor de la jara. Y luego, despacito, como el aire que besara la arena de la playa sin que se diera cuenta nadie, píntale de sonrisas la luz de la mañana. F.D.F.