Loli Pérez – Juntos para siempre

Juntos para siempre

Tiró de la pernera del pantalón para acercar su pierna derecha. Después hizo lo mismo con la izquierda. Cuando las tuvo dobladas, agarró fuertemente el bastón y se impulsó con el brazo izquierdo desde el reposabrazos del sillón. Con un esfuerzo titánico consiguió sostenerse de pie apenas unos segundos. Al momento, se doblaron sus rodillas tal que un muñeco articulado y cayó de bruces contra el suelo. Permaneció allí, tirado cuan largo era, con la cara sobre la alfombra y llorando a gritos como un niño.

Su hermana se había hecho cargo de él desde que le dieran de alta en el hospital y su vida se consumía lentamente en aquel sillón abatible. Maldijo su suerte con un improperio y trató de girarse y retroceder hasta el sillón en una odisea de brazadas imposibles.

Así lo encontró su hermana al entrar en el piso.

– ¡Carlos! ¡¿Ora vez?! – dijo mientras lo ayudaba a incorporarse tratando de sentarlo- Iré a pedir ayuda a Rosendo.

– ¡Déjame!- sollozó.

– No digas bobadas. Venga. Vamos, cálmate. Enseguida vendrá el auxiliar.

Salió de la estancia y se dirigió a rellano de la escalera. Tocó el timbre de la vivienda contigua a la suya y espero unos momentos.

Rosendo, su vecino y amigo, era técnico sanitario de la Cruz Roja y siempre estaba dispuesto a echarle una mano con Carlos.

Juntos entraron en la vivienda y lo acomodaron en el sillón, ahora en un estado catatónico. Después de sus intentos por ponerse de pie terminaba destrozado y lo envolvía un estado de ausencia provocado por la frustración.

– Es una auténtica tragedia para él. Piénsalo- decía, justificándolo, mientras se tomaba un café con ella en la cocina.- No sólo pierde a su novia en el accidente sino que, además, queda imposibilitado..

-Sí. Toda una tragedia – respondió pensativa.

Cuando el joven se hubo marchado, miró a su hermano que ahora dormitaba tras el calmante. Lo vio tan indefenso, tan necesitado de su cuidado. Le retiró un mechón de los ojos y lo arropó. Sonrió. Y volvió a aquel instante, de juegos en la playa, cuando él le dio un inocente beso a Rosa. La envolvió la furia.

Y la mantuvo hasta que pudo deshacerse de ella. Nadie le quitaría a su único hermano.

Loli Pérez

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