EL NIÑO
Yo no siempre soy poesía,
ahora busco un queso que no duela
buscarlo,
un nuevo cuerpo,
unas orejas, unos ojos, una manos nuevas,
no sé por qué oigo la vida de los demás
y siempre cambiando de cuerpo
sin soportar el mío.
No he comprado la careta,
sólo he comprado telas
para no ir vestido conmigo,
con la gente sólo miedo
en mi piel a jirones,
al sol de agosto
en la playa perdido.
El niño está enfermo,
apenas se mueve,
sólo el tiempo,
y lo demás
son recuerdos difíciles,
memoria en las manos
que escarvaron en el cementerio
buscando la verdad.
Todavía nos quejamos:
hay mundos horribles
sin pisar, que ya pisamos
sin querer.
Daniel Castillo
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