En memoria de Ma.
A mi querida abuela.
Soneto
Conserva la elegancia, la lejana
belleza de sus ojos grises luce
opaca y fría, al dolor conduce.
Traigo al presente a mi querida anciana.
El temple en su prestancia soberana,
una hija muerta chilla en su semblante,
apacible su rostro, no obstante.
¡Por volverlo a mirar muero de gana!
Un suave estremecer es su recuerdo,
¡quién pudiera salvarla de su vida!,
tan lejos ya los años que me pierdo.
¡Ay, cómo extraña y duele su partida!
Era su pensamiento ágil y cuerdo,
mujer de un siglo atrás y aún sentida.
Maruja Salgado
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Tierno soneto. Me gusta.
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