El bosque umbroso
Este poema nació del dibujo que lo acompaña. La autora es una íntima amiga mía, se llama Cristina Otamendi y el bosque que dibujó se halla en Bariloche (Patagonia argentina), junto al Lago Gutiérrez.
El bosque umbroso
Altos árboles elevan sus agujas al cielo.
Las ramas tejen una red de tinieblas.
No penetra la luz del sol.
Camino entre cipreses y arrayanes,
sumergido en un espacio húmedo,
inundado de aromas.
Una aspereza en mis manos
despierta el recio tacto
de las cortezas de los troncos.
Las hojas de hiedra y enredaderas
me acarician con ternura de moaré.
El musgo es un suave terciopelo.
Debería temer al bosque umbroso,
pero entre fragancias y verdores
avanzo confiado. Aunque no la veo
una mano amiga me conduce.
En un punto, una grieta rasga la espesura.
Un rayo de sol irrumpe inesperado.
Las luces cambian, las sombras se aclaran.
Llevo mi cuerpo hasta allí.
Me ilumino con su dulce calidez,
intuyo que una ignota deidad
me hará resplandecer.
En el suelo, sembrado de hojarasca,
el rayo hiende la penumbra.
Se abre un hueco y resbalo,
caigo sin saber adónde voy.
Protegido por invisibles manos
sigue mi descenso.
Un parqué brillante pone fin a mi viaje.
Tengo ante mí, en un atril
al bosque umbroso.
El cuadro me expulsó de sus límites.
Me encanta Rubén. Me trajo a la memoria uno que escribí rodando por Colombia. Estoy pensando en traerlo al blog; habla de las mismas sensaciones.
Me gustaMe gusta
Muy bonito Ruben
Me gustaMe gusta