Viaje insólito
Posé mi alma un día en una bella aurora,
cuando, al nacer el alba, la estrella azul se añora.
Se abrió paso en la niebla hacia el sol apacible,
mas se extravió en tinieblas por creerse invencible.
Posé mi alma entonces, en dulce mediodía,
la alimenté de anhelos de osada rebeldía.
Y se durmió entre sombras, cansada del desvelo
en tejidas alfombras de nubes y de cielo.
Posé mi alma luego, en tarde de locura,
sin ninguna cautela se envolvió de dulzura.
Y te extendió sus brazos, y te abrazó segura,
sin entrever ocultas la angustia y la amargura.
Posé mi alma cansada, allí en tu dulce ocaso,
cuando, al salir la luna, el sol marcha a su paso.
Y agotada te espera sin muchas alegrías,
viendo pasar las horas, viendo pasar los días.