Un gong de plata
Hace tiempo,
cuando mi cabello era rubio,
y aún mis pantalones no habían crecido.
Cuando creía en reyes magos
Y camellos voladores,
le lancé una piedra a la luna
imaginándola un gong de plata.
Mi piedra se desmayó por el camino.
Dibujando en el aire un arco sin flechas
cayó en un charco
dando origen a una efímera bailarina de cristal
rodeada de ondulantes anillos musicales.
Se lo conté a mi madre.
Sin perder la sonrisa
gritó: ¡Este niño está como una “chota”!
Yo no sabía lo que era una “chota”.
Me fui sonriendo
Porque la palabra me pareció importante.