Porque hay tantos como estrellas en el cielo
Lo tenía todo, incluso sus defectos terminaron gustándome. Intuía que su brillo era diferente pero me dejaba seducir porque alteraba mis neurotransmisores de manera inexplicable y eso me ponía, me gustaba. Pero… al final, salió el pero inaceptable, ese que dice que si le gustan todas, ¡huye! Si brilla con todas, ¡huye! Y así lo hice. Me harté y le dije adiós para siempre estrellándolo hacia el abismo, a un espacio lejano donde ya no encandile mis ojos como lo hacía y desde donde ya es un punto negro en el devenir de mi vida. Porque aunque hayan tantos como estrellas en el cielo, sigo y seguiré brillando como ellas, pero con mejor luz.