Delirio musical
Desde el interior del cuerpo negro y reluciente empezaron a brotar gemidos. Ocurrió en cuanto él deslizó sus ingeniosos y gráciles dedos por aquella seductora sonrisa blanquinegra. Debía conocerle muy bien, pues logró inundar la estancia de gimoteos, gritos, lamentos, silencios, susurros, gimoteos, risas, silencios, quejas… suspiros… silencios… silencios. El maestro extasiado miró hacia el lugar de donde provenían los aplausos y deseó con toda el alma atrapar el goce que le goteaba mezclado con el sudor.
Muy bien narrado. Yo también escribí un cuento hace ya muchos años sobre un niño que toca un piano narrado con ambiguedad. En este relato está apenas sugerido el concierto. Me atraen las historias que tienen relación con la música y los instrumentos musicales. Mi enhorabuena.
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