Atardecer
El cielo dorado, la despedida del sol;
tu mirada perdida en la inmensidad,
tu cara un poema de silencio y de paz,
solemne el ocaso que felicidad.
Las gaviotas caían en picado hacia el mar,
buscando una presa para merendar,
El agua bramaba… tú sentada en la costa,
contando las olas que vienen y van.
El viento atrevido alborotaba tu pelo,
esa cara de niña quería ocultar;
más yo con un gesto escondía mis celos,
celos del viento, del agua y del mar.
Mis ganas contuve de hablarte al oído,
sería interrumpir tu hermoso ritual,
ese atardecer que pasamos juntos,
se quedó grabado, para no olvidar .
Una huella en mi mente dejó tu silueta,
como deja su huella el mar en la roca,
te quise hablar de mi sueño presente,
más tú con un beso callaste mi boca.
Facebook: Carlos Enrique Aguilar