NO A LA GUERRA
Somos la diferencia entre un yo y un nosotros.
Somos los asesinos natos del verbo amar,
anáforas del texto que nunca escribiremos
porque falta papel o está mojado y siempre
repetimos la misma historia, la redundancia
cruel, el vil pleonasmo, la difteria absoluta
de piel encapsulada y
fibrosa que fustiga los ortos pulmonares
y el ahogo hipotérmico.
Pero, ¿y tú, tan arriba, que ahora el libro cierras?
Di quién eres, anófeles de mis circunstancias.
Lindo zaguán al que te llevas las negras, circunspectas
desolaciones mías.
Antonio Arroyo Silva
De Mis íntimas enemistades.
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