Alergias cotidianas
Las alergias le comenzaron poco después de salir de la adolescencia. Sus últimos cuarenta años los recuerda yendo de médico en médico, tratando de descubrir la causa de sus molestias. Eliminó comidas, suprimió tejidos en su armario, se alejó del humo y de olores fuertes, ahuyentó de su territorio las mascotas más queridas, pero nada surtió efecto. El cuadro alérgico se imponía a la ciencia y los consejos populares.
Al morir su mujer, prefirió vivir solo. Desde hace unos meses tiene dos gatitos. Su hijo lo visita los sábados en la tarde e insiste en quedarse y ver juntos la misa del domingo en la tele. El prefiere que se vaya después de almuerzo, pero no siempre logra convencerlo. A estas alturas no sabe cómo explicarle que los dos años de soledad le han bastado para entender el origen de sus males: es alérgico a la gente.
No lo puede evitar, y aunque le guste conversar con sus amigos e intente convivir con los demás, su cuerpo reacciona y le obliga a volver a la soledad, que tanta calma le proporciona.
Excelente Marlenis… Me encantó… Son pocos pero existen quienes reconocen sus alergias a la gente.
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Me gusta mucho, Marlenis. No solo la mente sabe, el cuerpo también es sabio. Felicidades. Abrazo.
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Me encanta como escribes.
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Esa enfermedad no está descrita en el cuadro de las invalideces, pero debe ser terrible. Magnífico relato, Marlenis.
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