EL HECHIZO
(Inspirado en la obra «Phenomenon» de Remedios Varo)
Cada noche subía hasta el ático con sigilo portando la luz de una gruesa vela, cuya llama se resistía a ser vencida por el aire frío de aquella torre. Descorría ligeramente las cortinillas que ocultaban el ventanuco y, sin apenas asomarse, siseaba las palabras que le enseñara su abuela, y que ésta recibiera de la suya, en tradición familiar.
El sonido gutural y solemne de la oración, proferida en una lengua arcana, resonaba en su propio pecho, elevándolo la vibración que metamorfoseaba la densidad del ambiente y lo volvía gaseoso. El vapor parecía ser expelido por su garganta y se colaba por el postigo hacia el recinto que, vacío y lúgubre, albergaba la sombra de un hombre que se consumía incapaz de levantarse del suelo.
Los adoquines desprendidos respondían al estado de ingravidez que se alcanzaba bajo la poderosa invocación. Un gemido lastimero en forma de súplica, apenas audible, era la respuesta que daba por terminado el sortilegio. Con un golpe seco cerraba la minúscula ventana y desaparecía.
La luz brillante del nuevo día, tamizada por el fino visillo de hilo, se colaba tenuemente por el ventanal. Sentada en la mecedora, la mujer de ojos azules rodeados de profundos surcos, se preparaba para tomar una tisana. En su regazo, un diario acababa de ser cerrado y la pequeña llave descansaba sobre la mesita. Precisaba leer aquellas páginas, cada mañana. No podía permitirse el olvido. Era la única forma de mantener la amargura y el odio que la estimulaban para continuar con su misión.
-Mamá- la interrumpió una voz de chico a punto de cambiar su timbre- ¿Cuándo vas a abrir, por fin, el cuarto del desván?
El sobresalto quedó a buen recaudo. El leve parpadeo quedó oculto por un pequeño sorbo.
– ¡Me gustaría tanto poder ver esos recuerdos que atesoras de papá!
©Lola May.