Claroscuro
Refulge la magia
- ¿no la ves?-
en manos del artesano.
Amasa el anhelo como arcilla
y recrea un cuenco
ligero y sin asa,
suave al tacto;
bebedero para su sed.
Enfebrecido se pierde
por trillado sendero
- tránsito de musas-
para seguir la sutil huella
de gráciles sandalias,
y bosquejar la infusa
de etéreos galanteos.
En ocasiones
se prodigan, pícaras, al alba.
Y, bajo su influjo,
enhebra el orfebre
delicada filigrana;
el talabartero, bridas
que buscan ceñir;
y, a golpe de cincel,
el visionario escultor,
insufla su hálito a la piedra.
Mas, sin embargo,
jugador en mala racha,
demasiadas veces,
estará solo.
Sediento, cruzará desiertos
presa de voraz llama.
Y, al calor de esa fragua,
quebrado,
aguanta en riña con la materia.
Empeño, tesón y desvelo
alumbran el arte.
Lola May
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