Marlenis Castellanos – Tetris Man

Tetris Man

Sus amigos dicen que cuando él nació, venia con un formato de instrucciones. Él ríe con gusto de esa imagen y afirma que desde pequeño fue especialmente ordenado. Le gustaba armar puzzles, guardar sus zapatos en cajas, ordenar la ropa en los cajones del armario, ordenar sus cuadernos por tamaño, sus creyones según su lógica cromática, desde el blanco hasta el negro…su armario inmaculado fue la envidia de sus hermanas y el orgullo de su madre

Desde que se recuerda, el orden ha estado dentro de su cerebro. Por eso, ya pasado los cuarenta años, cuando le dijeron que su casa parecía un juego de Tetris, se emocionó. No se había dado cuenta, pero pasó toda su vida ordenándola de tal forma, que cada acción encajaba dentro de una cajita, como el juego de Tetris.

Su casa, ahora sí podía decirlo con certeza, era un hogar con instrucciones. La cocina era su máxima creación; cada armario tenía una caja, dentro de cada caja, un producto: los cereales para el desayuno, las hojas para hacer infusiones, la sal, el azúcar, el arroz, las pastas, las leguminosas, las especies de cocina, todo etiquetado en tarros de cristal. Los enlatados y las botellas de salsas en otras cajas dentro de otro cajón del armario; las tazas para el café, los vasos para el agua, las vasijas para los dulces y los desayunos, organizados en el cajón central según el uso cotidiano; las cazuelas, unas dentro de otras junto a sus tapas, todas dentro de sus cajitas; los sartenes separados según uso, color y tamaño descansaban en las cajas rojas. Los utensilios de plástico ocupaban un lugar especial, en la gaveta inferior. Hacer café implicaba sacar el vaso de plástico correctamente marcado, según la cantidad de tazas que se harían: una taza de café, vaso con marca roja; dos tazas, vaso con marca azul, tres tazas, vaso naranja, todos en la caja de rayas, la que está al lado de la ventana. Si es café con leche, procedería a sacar el tarro de vidrio, ubicado en la caja colocada en el lateral izquierdo de la nevera, junto al yogurt y la nata… siempre explicaba las instrucciones para desarmar y armar lo que se utilizaría en la cocina, para ducharse, comer, para ver la tele, limpiar la casa y regar las plantas…

Todo funcionó con orden y precisión hasta aquel día en el cual no se le oyó recitar el instructivo para levantarse, ir al baño y hacer el café. Los médicos dijeron que había sido un infarto fulminante. Pero su madre sabía, con certeza, que a su hijo, se le había acabado la batería.

Marlenis Castellanos

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