FOTO-RELATO El poeta

El poeta...



Desnuda el alma dejada a la intemperie
susceptible, desamparada, amilanada.

Recorre los senderos desde la fantasía
con esa quijotesca caminada confiada.

Es un Sancho también en su elemento
cotidiano -amolda su mirada al suelo-

Ausencias se traslucen en su rostro
aunque sonría a todos con los labios
-no sus ojos, delatores de tristezas-
a veces deprimido -vagabundeando-
perdido en horizontes
 -vive o sueña-

Oye el canto de la flor y de la piedra.

El sonido del viento es música -encanta-
Arpas con sones a mar. Lluvia serena.
Alegría desbordada que inquieta o aquieta.

Bebe a tragos la vida y regurgita su sabor
paladeando sin temor mieles y hieles diarias.

Esconde como puede el dolor. 
Se transfigura
vistiendo de azul el negro luto que lo amasa.

Sueña.
 Escribe al amor perfecto -inexistente-
Pinta realidades grises con paleta de arcoiris
engañando su inconsciente en la consciencia
comprometida, veraz, -nobleza consecuente-
con la honestidad de un niño -su inocencia-

Reflexiona la dulzura, ternura -tan ansiadas,
tan carentes- 
en tenue solitud que le aprisiona
rompiendo las cadenas, 
los tabúes de la mente,
aún estando encofrado su cuerpo en la miseria.

La mejor metáfora es, a veces, su existencia.

Absorbe todo como esponja seca sin saciarse,
esperando así una esperanza que no espera.

Imposible definir a quien se nombra y reconoce
como poeta. 
Sólo es necesario sentir la vida.
Sensibilidad extraordinaria que nace sin siembra
-pero siembra, siembra, siembra...-




Nieves María Merino Guerra

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