Solo pasa en el cine
En las películas, la tetera suena en el momento del crimen. La imagen y el sonido del vapor apagan el ruido de la bala, ahogan el sonido del cuerpo que cae o hacen coro a un grito de terror. Lo sabía porque ese género le apasionaba. Por la cercanía del tema, nunca se sintió cómodo con las teteras que compraba su mujer. Tenía varias y la verdad es que eran de buen gusto.
Pero no soportaba estar cerca de ellas cuando oía el sonido fatídico. Se alejaba de la cocina, y de ser posible hasta de su casa, cuando el agua se evaporaba por el esbelto cuello. No era cobarde. Que quede claro.
Temía a pocas cosas y en la cocina nada le era ajeno. Le gustaba cocinar y especialmente, usar la olla de presión. Era su utensilio preferido. Por eso le causaba tanta gracia el terror de su mujer cuando le veía poner la tapa de seguridad a la olla express. Huía despavorida mientras alertaba que la válvula no estaba bien. Que nunca le habían hecho mantenimiento.
Él sonreía con ternura, mientras la olla comenzaba a hacer su trabajo y el humo se apretujaba para salir con dificultad por el pequeño y casi taponado orificio de la tapa.
Marlenis Castellanos es una gran artífice del microrrelato. Siempre deja por allí algún cabo suelto para que el lector complete el argumento. Mis felicitaciones!!
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Gracias Rubèn» tus comentarios siempre me animan a continuar intentando en el mundo del microrrelato. Un abrazo
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