Paco
Paco, bien entrado el atardecer, se sienta en la tosca, que sirve de mojón limítrofe de su propiedad con la de Pepe, a fumarse un cigarro, (siempre le quita el filtro). Las vistas desde ahí son espectaculares. Se consideraba rico y afortunado. Es un hombre curtido por el sol de La Cumbre, los Alisios, los madrugones para atender a su ganado de 250 ovejas, cuatro vacas, dos caballos, cinco gallinas y tres perros. A veces hasta gatos, algún que otro cultivo de papas y millo. Junto a Bernarda, su mujer, han criado y dado estudios a cuatro hijos, (ninguno se dedica al campo, ni vive con ellos).
-¿Qué me cuentas?, Sí, tú, ¿qué me cuentas?.
Eso parece decir la mirada de Paco cuando observa, de esa forma, a la juventud, al mundo de hoy; sentado en el tenique.