No temo
No temo los silencios
de los postigos cerrados
Ni las cancelas selladas
Ni los armarios clausurados
El sueño no entiende de barreras
ni el amor ni las ideas
(También las fronteras se forman con las manos,
las propias y las ajenas)
No temo los soplos salados
ni la negritud de la noche
(También la pasión tiene por cómplice
el temblor de la piel y los oscuros rincones)
No temo la mentira
ni la verdad encubierta
(Todas las realidades cambian
según el ojo de quien observa)
No temo las arrugas de la piel
ni el persistente clarear de mi melena
(Tengo una hermosa colección de sombreros
que cobijan mis adentros)
El limbo de la justicia
El plato vacío
El camino sin vereda
El fin de la quimera
El ahogo del corazón
La ruda ponzoña de la palabra disfrazada
A esos,
a esos, ¡sí los temo!
Porque sé, bien lo sé,
que este cuerpo no es más
que un montón de huesos
en un triste pellejo.
Fuerza y contundencia siempre en la poesía de Josefa Molina. Felicitaciones.
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Muchas gracias, Rubén, viniendo de ti es todo un halago! Abrazos mil!
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Se coincide en no temer…
Me encantó.
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Muchas gracias por leerlo, Inma! Abrazos
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Temo que dejes de escribir y peor aún, que yo no pueda leerte. 😉
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Ainss, gracias mil, Rosi, por tu lectura y cariño. Abrazos a cientos!
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