La máscara de hierro sin los Tres Mosqueteros
Lloraba al acostarse hasta que el sueño le vencía. Al despertar seguía llorando hasta las 11:30. A esa hora hacía un gran esfuerzo de disciplina y autocontrol. Una hora después, se vestía y se colocaba el rostro de alegría para salir al trabajo. La rutina la repitió durante años. Hasta que muy lentamente -y sin darse cuenta- una noche sonrió al acostarse, fue feliz al levantarse y a las 12:30 se puso su cara de llanto para ir a trabajar.
¡Me encantó!
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Un nuevo microrrelato sorpresivo y bien concluido de Marlenis Castellano. Es muy bonita, también, la imagen que acompaña al texto. Recuerda a un dibujante polaco llamado Topor.
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