Tres mujeres de Silvia Plath
Una reseña de Josefa Molina
El texto que les presento hoy en realidad es un poema extenso, escrito para ser leído a tres voces, tres voces de mujer. Su autora, Silvia Plath (1932-1963), ideó este poema para ser recitado en voz alta y emitido a través de las ondas radiofónicas de la BBC.
En este texto, Plath, a la que admiro y venero como creadora y poetisa, se adentra en un ámbito que conoce muy bien, la maternidad, y lo hace desde tres voces diferentes: la mujer que ya es madre, la mujer que no puede ser madre y la mujer que no quiere ser madre.
(En la foto, Plath con su hijo, Nicholas, en Devon, 1962)
En realidad, se trata de un poema que desgarra por momentos, que resulta a veces algo incomprensible pero que, como todo lo de Plath, impacta y no deja indiferente.
Escritos todos desde su propia voz, la poeta nos adentra en el pensamiento y los sentimientos de tres mujeres ante un mismo hecho -la maternidad- con tres posiciones divergentes entre sí. Un interesante ejercicio poético que les invito a leer y conocer en profundidad. Silvia Plath lo merece, eso y mucho más.
Extracto del poema ‘Tres mujeres’
Primera voz
Soy lenta como la Tierra. Soy muy paciente,
Cumplo mi ciclo, soles y estrellas
Me miran con atención.
El celo de la luna es más personal:
Pasa y vuelve a pasar, luminosa como una enfermera.
¿Lamenta ella lo que me va a suceder?
No lo sé. Está simplemente asombrada
ante la fecundidad.
Segunda voz
Cuando la vi por vez primera,
esta pequeña hemorragia, no lo creí.
Veía a los hombres andar a mi alrededor, en la oficina.
¡Estaban tan tranquilos!
Algo había de cartón en ellos, después comprendí
Esta banalidad tan vacía, la que engendra las ideas, las destrucciones,
Los buldozers, las guillotinas, las habitaciones blancas llenas
De aullidos. Y las abstracciones. Estos arcángeles fríos.
Yo estaba sentada ante mi máquina de escribir,
en sastre y tacones altos.
Tercera voz
Recuerdo el instante en que realmente lo supe.
Los sauces perdían su calor,
El rostro en el estanque era bello, pero
no era el mío, Tenía un aire importante, como todo el resto,
Y no veía más que peligros:
palomas, palabras,
Estrellas y lluvias de oro — ¡concepciones,
inseminaciones! —
Recuerdo un ala blanca y fría.
Muy buena reseña. A pesar de su brevedad, da una idea muy plausible de largo poema de Plath y los tres fragmentos elegidos son bien explicitos de cada situación de esas mujeres. Mi enhorabuena.
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