Basado en hechos renales
“…He venido aquí para ser un héroe, el Señor está conmigo. He venido aquí para ser un héroe, el Señor está conmigo…”
Éste era el mantra particular que el cabo Urquijo había elegido para mantenerse cuerdo, mientras corría, bosque adentro, en Kosovo, tras una emboscada que le separó del grupo. Como buen descendiente de fascistas no esperen que se le ocurriera algo menos metafísico.
Tras toda la tarde andando sin rumbo definido, la noche le marcó la luz. La luz de un porche con un Lada Niva aparcado en la entrada y una cabaña cuyo exterior parecía demasiado… hospitalaria.
A su encuentro salió un niño con la cara tiznada, una mujer vestida con harapos y que portaba una tacita, de lo que parecía ser un caldo, y tras ellos apareció un señor rubio con mandíbula muy pronunciada. Parecían muy aliviados de la inesperada aparición, no ocultaban una sonrisa de oreja a oreja mientras la señora lanzaba, por los aires, al pequeño de la cara tiznada.
Una vez dentro y bebiéndose el caldito, el señor de mandíbula prominente le preguntó que por qué estaba en esta misión. Y el cabo, en un inglés muy de andar por la Plaza Mayor, contestó con el pecho inflado; “he venido here to be un héroe, a darlo todo for Spaaarghhhh…”
Despertó al pie de la carretera, con la cabeza tapada y una bolsa de diálisis casi llena. Lo encontró una patrulla aliada, casi al borde del fallo renal. En el bolsillo hallaron una foto del niño con él, al parecer, se llamaba Miroslav y se la habían sacado mientras yacían sedados en la mesa de operaciones.
En el dorso de la foto y escrito a lápiz podía leerse algo así como: MI HÉROE.
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