Rayuela, de Julio Cortázar
Una reseña de Sasa Sosa
Edición de Andrés Amorós Ed. CÁTEDRA, Letras Hispanas.
En 1990, no recuerdo ahora por qué, me compré este libro, y desde entonces estuvo presente en todos los trabajos de filosofía que hice en la facultad. Daba igual de qué autor tuviera que hablar o que temática fuera, siempre encontraba algo que parecía escrito para encajar allí donde yo lo necesitaba.
Ha pasado ya la friolera de 27 años y he crecido mucho desde entonces. El libro, en cambio, sigue igual, maltrecho, arrugado y gordo. ¡coño, como yo! Las manchas de café, las páginas dobladas, las anotaciones, los subrayados…y tantos signos de admiración perdidos entre las páginas, no han hecho mella en él…sigue igual de útil.
Siempre hay cosas nuevas en él, pero además, ahora caigo en la cuenta de que es la primera novela hiper-textual. Lo primero que sorprende es el tablero de dirección, que no es otra cosa que el ‘mapa del sitio’, donde encontramos información sobre los distintos itinerarios de lectura. Rayuela es básicamente dos libros, aunque puede ser muchos más.
Este será un ‘te recomendamos’ con poca enjundia, porque no entraré a comentar la temática del libro, no hablaré de los personajes, por más que sean absolutamente geniales, ni tampoco de la capacidad del señor Cortázar de manejar el lenguaje de una manera que siempre me ha dado envidia, envidia de la chunga, de la que quiere despojar al otro de aquello que desea para sí ¿Por qué él y no yo, señor?
El libro es complejo y tiene una amplia introducción que resulta muy útil, que orienta si es que quieres ser orientado. Si no, también te puedes lanzar a lo loco, que nadie te va a decir nada.
Para darle un final a lo grande a esta reseña intenté extraer una frase que significara algo importante en el libro, no que lo definiera porque no es posible en una frase, pero sí que lo significara. Pero el libro acabó lleno de papelitos que querían ser una marca importante, casi tantos papelitos como páginas; no hubo manera. Así que, frustrada y encantada, cogí al azar algunas de ellas.
(…) como siempre todo convergía desde dimensiones inconciliables, un grotesco collage que había que ajustar con vodka y categorías kantianas, esos tranquilizantes contra cualquier coagulación demasiado brusca de la realidad (pág. 24/187).
Y así uno puede reírse, y creer que no está hablando en serio, pero sí se está hablando en serio, la risa ella sola ha cavado más túneles útiles que todas las lágrimas de la tierra (pág. 71/539).
Hace rato que no me acuesto con las palabras. Las sigo usando, como vos y como todos, pero las cepillo muchísimo antes de ponérmelas (pág. 21/233).
Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose (pág.28/314).
A que apetece lanzarse…
Facebook: Sasa Sosa
Entretenida reseña, sensorial como el propio libro. Hace tiempo lo leí. Es un imprescindible.
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