A vueltas con la vida
Ajustó sus pisadas al compás de los latidos de su corazón. Como tantas otras veces le ocurriera en el pasado, su cuerpo, sin disfraces, oropeles, dobleces o ambigüedades, se convirtió en una prolongación viviente de su Ser interno…Abrió su mundo al sentir, al experimentar sin cortapisas o ambages, al crujir de la hojarasca aún húmeda bajo sus pies descalzos, a la brisa vespertina preñada de notas amaderadas acariciando su piel desnuda, a los tibios rayos de sol jugando a formar caprichosos claroscuros en los lugares más recónditos, y, en especial, al silencio, ese silencio reparador, capaz de recomponer almas, de reajustar cuerpos…Simplemente, se vació de las anquilosantes creencias de la moderna civilización, de las prisas, de la saturación de convencionalismos obsoletos, de los ruidos, de lo absurdo, para volver a llenarse de sí mismo a través de la reconexión con su propia esencia…
Una vez más, comprobó cómo la naturaleza en su estado más primitivo y salvaje, se convertía en la llave que abre puertas a la sabiduría innata, ancestral, que integra holísticamente al ser humano comulgando con su entorno en una simbiosis de respeto y regeneración constante, unificadora y vivificadora.
Alzando la mirada al cielo, tres estados invadieron su espíritu: tristeza, por el olvido del hombre de sí mismo; gratitud, por la maravillosa sensación de poder experimentar la plenitud de su propia esencia; y esperanza, por la capacidad de la humanidad de volverse a crear retornando a su verdadero origen, aunque el chispazo de luz emitido por la consciencia (ese regalo que sólo nos es dado, ya sea, por puro discernimiento, ya sea, tras alcanzar la comprensión profunda nacida como fruto de la superación de vicisitudes en la vida) sucediese en el último instante de su tiempo…
Facebook: Sonia Ramos