El higo
Yo me deslicé callado,
con el corazón en vilo,
por la barda me arrastré
hasta que llegué al sitio.
Era una noche de gatos
y me pelaba el frío.
Tomé aire y salté
al lado del tamarindo.
Allí me estaba esperando.
¡Ah, qué gula!, ¡ah, qué rico!
y lo exquisito que me supo,
el pellizquito del higo
que me robé esa noche
en el huerto del vecino.
Facebook: Martín Abreu
Imagen tomada de internet
Reblogueó esto en MEGT. Eugenia Tavío.
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