Loli Pérez – Unidos… hasta que toque a pérdidas.

Unidos… hasta que toque a pérdidas.

En aquella tarde rara de un día de inquietud, al parecer de todos yo había hecho un negocio muy jugoso.

Algunos, junto al regalo, dejaban sus parabienes y, a mi entender, hasta sus elucubraciones.

Mi abuela, madre elevada al cubo, dijo emocionada:

-¡Vas a tener unos niños muy guapos!

Mi padre, macho en transacción, dijo circunspecto:

-Sé paciente y no discutas por todo.

Mi madre, sonriendo bobaliconamente…

-¡Haz buenos platos y verás que bien te va…!

Mi hermana, abandonada por su marido, dijo disimulando las lágrimas:

-Recuerda estar siempre dispuesta.

Sentí sobre mis hombros el peso de todas las mujeres a través de los siglos. En aquel momento recibía el legado de todos aquellos constructos interesados que nos constriñeron dirigiendo nuestros destinos… y, por un momento, almibarada la sonrisa, los imaginé a todos atragantados con la tarta.

Años más tarde, con el cansancio inseminando mi ánimo, lucho contra el mal humor de mi socio; la maledicencia en sus empeños; los silencios – catedrales-. Y, hastiada, recolecto la hiel, fruto del desorden, calcetines y calzoncillos incluidos.

Y, sí. Todos tenían razón.

Lola May.

2 comentarios

  1. La fina ironía de la autora.

    Es magnífico ver la mezcla de humor, empatía y sarcasmo del personaje recordando el día de su boda. La compasión hacia la muchacha que fue.

    Un texto lleno de giros. Sonríes mientras lees y se va desgranando todo el ritual hasta un final que te sorprende, con un nuevo giro.

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