Abrazos curativos

Las dos hermanitas nunca se separaban, iban juntas a todas partes. La mayor, muy responsable, siempre estaba pendiente de la pequeña y la protegía con mimo y cuidado.

Un día, la pequeña se puso indispuesta, la llevaron al médico y descubrieron que padecía una rara enfermedad. La hermana mayor estaba tan preocupada por ver a su hermana malita, que no podía ni siquiera dormir para acompañarla en su padecer y sufría tanto, que le pedía al médico que le pasara la enfermedad a ella que era más fuerte.

Queriendo ayudar a su hermana, pensaba en cómo aliviarla y se le ocurrió darle abrazos. Así fue, siempre buscaba la forma de tenerla abrazada, tanto sentada como acostada permanecían abrazadas y la pequeña terminaba por dormirse. Según el diagnóstico, el tratamiento tendría que ser largo, pero como contradiciendo todo pronóstico, la niña empezó a mejorar, tanto, que los médicos repetían las pruebas porque no podían creer la evolución que experimentaba la niña. Esa sorprendente mejoría debía de tener alguna razón y los médicos quisieron averiguarlo.

Reunidos con los padres y las niñas quisieron saber todo lo que sucedía en torno a la paciente. Los padres detallaban cada minuto del día y todo estaba dentro de lo normal. El tratamiento se llevaba con rigor, las comidas y el descanso eran los propios, no había nada especial para esa recuperación increíble… Fue entonces cuando la hermana mayor dijo que ella sabía el porqué de la milagrosa curación de su hermanita. Los médicos escuchaban expectantes y la niña llena de alegría, dijo que ella le daba abrazos a su hermanita y por eso mejoraba. Afirmaba que los abrazos son curativos, y les contó que también una amiguita del cole que se quejaba de no estar con fuerzas, se curó con sus abrazos.

Aunque científicamente no está demostrado que los abrazos curen, los médicos no los pusieron en duda.

Al tiempo, en el cole, una epidemia estomacal producida por un virus desconocido hizo cerrar el colegio. Las dos hermanas que siempre se estaban abrazando no se contagiaron y decidieron ir a la casa de cada uno de sus compañeros del cole para darles abrazos curativos.

A los dos días se reanudaron las clases y todos los niños estaban agradecidos a las dos hermanas por regalar abrazos. Descubrieron que los abrazos son fuente de buenas energías, y todos se hicieron dadores de abrazos e invitaban a sus familiares y conocidos a que se abrazaran mucho.

En el colegio nombraron a las niñas «mensajeras de salud» y proclamaban que los abrazos son medicina y la mejor prueba de amor y de amistad. ¡Abracémonos!

Margarita Ojeda García