Llamarse Federico, de Federico J. Silva

Una reseña de Mar Zeraus
El libro Llamarse Federico, de la editorial Nectarina, es una antología de los libros Sea de quien la mar no teme airada (1995) y Donde menos se piensa salta el gatoliebre (2005). Libros, que según refleja la sinopsis, fueron concebidos de forma unitaria, pero que por razones editoriales fueron publicados independientes y curiosamente con diez años de separación. Esta edición de bolsillo, se encuentra en la colección Rumbo de Colisión, que dirige el poeta Pedro Flores. Su autor, Federico J. Silva, es un reconocido y premiado poeta canario.

El libro tiene cuatro partes numeradas, un poema introductorio y otro, como cierre. Estamos ante un poemario potente, original, donde podemos percibir que el autor disfrutó con su obra mientras la escribió. Llena de juegos lingüísticos y sin signos de puntuación, como por ejemplo el verso: me gusta tu como etílico ron roneo; con referencias culturales, históricas, políticas y literarias. Cargado de ironía y de sensibilidad social, como el poema de la página 75, “Un mundo que ganar”:
no somos
de los que han preferido siempre
las ajadas veredas de los mismos zapatos
los caminos pisados del barrio antiguo
los senderos luminosos no somos de
los que en palpar persisten
el bizantino sexo de los ángeles
no somos
de los que el desafío no han aceptado de
de la existencia vivir es hacer
algo grande
(…)
Versos lúdicos como el poema de la página 37, “Artefactos para Nicanor Parra”:
I
(semántico matemático)
un pirata
-3,1416
———–
una rata
No me digan que no es ingenioso. Si lo hubiera leído Nicanor Parra, lo hubiera hecho su amigo de letras. Y como este artefacto, hay once más en el mismo poema.
Estamos ante un libro diferente, que no aburre, salpicado de buena literatura y de originalidad. Lo recomiendo.