NOCTURNO TRISTE
La luna se ha escondido entre cortinas
de un gris opaco, transcendente, serio;
y la noche se ha vuelto pergamino
en donde se dibujan los recuerdos
que el tiempo tornará de color sepia,
pero que siguen vivos,
marcando la estructura
del insondable laberinto del cerebro.
Me sabe a puñaladas esta ausencia,
el destino fatal del desencuentro,
la ventana cerrada, el pecho mudo;
el eterno y perenne escalofrío
enquistado en los poros de mi cuerpo;
y el corazón herido por el rayo
de ese mortal azul brillo de acero.
Francisca Díaz Fernández