
Ingrávida
Quiero vivir en un mundo habitado sólo por jirafas blancas. Que sí, que lo sé, estoy muy vieja para convocar fantasías, pero al hacerlo les doy existencia; las acaricio, las huelo, las saboreo, las oigo, las miro y ellas a mí. No llego a tocarlas porque son delicadas, y son delicadas porque están dibujadas en papel seda, y están dibujadas para rozar sus bordes y balancearme sobre la línea a la que me aferro esperando el momento oportuno para lanzarme sobre ellas, pero debo ser precisa y milimétrica, no debo caer al vacío, vacío que no es la fantasía, es el espacio libre de la hoja de papel en el que yacen desafiando al tiempo, como lo hizo Fausto, Dorian Gray o Hebe. Ellas, mis fantasías, se mantienen lozanas invernando en la soledad de neuronas seniles, y de cuando en cuando me invitan a sentarme al aire libre mirando el paso del tiempo entre los desechos de la inutilidad.
Magnífico relato de Niria Suarez Arroyo. Enhorabuena, amiga mía.
Me gustaMe gusta