De niño hablaba a las estrellas marinas
de sus gemelas en el cielo.
Y a las caracolas les decía
de los sonidos en el océano del tiempo.
 
Tuve a las olas
como modelo de trota-tierras,
por profesoras las tuve
de lenguas ocultas, esotéricas,
necesarias...para deshilvanar los dédalos del mundo.
 
Me enseñaron las olas a vivir con mi cuerpo.
Y sin él...a volar
por los legendarios senderos del aquí...
que no se ve,
del allá que se presiente.
 
Dientes de acero,
tiburones en corbata,
han desgarrado las costas...
 
Ha perdido el mar
hasta sus orejas de nácar,
sus vectores de arco iris bajo las piedras,
y el albor de sus puntillas.
 
No encontré más estrellas
que las de hoteles y militares.
He escapado al galope,
caballero sobre mis sueños.



Francisco Lezcano Lezcano