LIMERENCIA
Ella descansa,
de verano a invierno,
colgada detrás de la puerta.
Espiritual tintada
en gozosa quietud.
Imperturbable,
me socorre de igual modo
en las primeras horas del día
que llegada la noche.
Y lo mismo me acompaña
a pasear bajo la luna
que a comprar el pan
o me cubre las rodillas.
Generosa,
resuelve en amparo
a repentinas salidas
o a la infame prisa.
Me complace saberla
siempre dispuesta;
más que atenta, solícita.
Y, hasta agradecida parece cuando,
después de un tiempo olvidada,
reaviva su color tras una simple
pero enérgica sacudida.
Ella, elegante y sobria,
cálida y complaciente...
mi vieja chaqueta de color berenjena.
Lola May