TE RECOMENDAMOS… Leviatán, de Paul Auster

Leviatán de Paul Auster

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Una reseña de Rubén Mettini

 

Paul Auster consiguió un espectacular éxito en España, a comienzos de la década de los 90 del siglo XX, con su novela La trilogía de Nueva York, poco después encantó a los cinéfilos con la película Smoke, filmada en 1995, donde participó como guionista. En 1998 deslumbró con Lulú on the bridge, una película que tuvo muy buenas críticas y él mismo dirigió en 1998. Para todos los lectores, Auster era la encarnación de posmodernismo en la ciudad de Nueva York, ciudad que está presente en casi toda su obra. Se caracterizó, desde el comienzo, por ser el escritor del azar. Los personajes, en la vida cotidiana, se mueven por acciones contingentes que los llevan a modificar su existencia. Como la lectura de sus sucesivas publicaciones tuvieron grandes éxitos de ventas, fue reconocido como un autor con una escritura muy original y sus obras fueron traducidas puntualmente al español, en el año 2006 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.

En Leviatán ( Editorial Anagrama. 2006) desarrolla un tema metaliterario. Dos escritores están en juego. En una carretera de Wisconsin, en el año 1990, un hombre aparentemente desconocido muere al estallarle una bomba en sus manos. Su cuerpo se disemina por el lugar. El FBI comienza la investigación, con pocas pistas. Un amigo íntimo suyo, Peter Aaron, se decide a escribir una novela sobre la vida del muerto, Benjamin Sachs. La novela se llamará Leviatán, será la biografía de Sachs. Aaron desea escribirla de prisa, para poder contar la verdad sobre su amigo, antes de que el FBI descubra los hechos. De este modo, la novela escrita por Aaron, será la que estamos leyendo.

Sabremos así que Sachs se negó a alistarse en la Guerra de Vietnam y sufrió meses de prisión por su objeción de conciencia. En su juventud había escrito una novela, narrando parte de la historia de USA, obra que pasó inadvertida en su publicación, pero que con el tiempo se transformó en una novela de culto.

Al ir conociendo la historia de los dos amigos, descubrimos la inteligencia y humanidad de Sachs, sus decepciones, las zonas oscuras de su psicología, pero también se revelan las vidas de muchos personajes que rodearon a los dos escritores. El gran acierto de Auster son los relatos cruzados de seres que se relacionan por casualidades. En la novela, el narrador, Aaron, pareciera hablar por la boca de Paul Auster cuando dice:

«Toda mi edad adulta la he pasado escribiendo historias, poniendo a personas imaginarias en situaciones inesperadas y a menudo inverosímiles, pero ninguno de mis personajes ha experimentado nunca nada tan inverosímil como lo que Sachs vivió aquella noche en casa de Maria Turner.»

Maria Turner, amante tanto de Aaron, como posteriormente de Sachs, es uno de los personajes más atractivos de la novela. Su manera de ser y sus proyectos son realmente peculiares. En un momento decide hacer una «dieta cromática» asociando colores y alimentos. Así los lunes, con el color naranja, su alimentación se basará en zanahorias y camarones cocidos. Los martes, con el color rojo, comerá tomates y caqui. Los miércoles serán del color blanco con lenguado y requesón. Los jueves, homenajeando al verde, se alimentará de pepinos y brócoli. Y continuará con días y colores hasta el final de la semana. Más tarde, su padre le regala una cámara de fotos y Maria descubrirá su pasión por proyectos artísticos singulares. Entre ellos, elegir una persona al azar en las calles de Nueva York, seguirlo durante todo el día y fotografiarlo en las acciones más nimias, acciones que irá apuntando en una libreta. Otro de sus proyectos fue contratar a un detective privado para que la siguiera por la calle, la fotografiara y anotara sus acciones. Vistas las fotos y los actos cotidianos, registrados por el detective, Maria será una desconocida para sí misma. Los proyectos son múltiples y pareciera que Auster hizo un brainstorming de posibles exposiciones de arte de la postmodernidad.

La novela avanza con matrimonios de ambos escritores, amores cruzados, proyectos literarios, compromiso político, grupos secretos de subversión urbana y muchos, muchos personajes. Es cierto que el arte de Auster es narrar con simplicidad y gran claridad expositiva. El lector no se perderá entre tantos vericuetos. Hay que entrar en Leviatán confiando en el narrador, quien no dejará un solo cabo suelto a fin de mostrar los motivos del desgraciado final de su amigo. Es cierto que la realidad que pretende contarnos supera la ficción, aunque hay momentos en que esas contingencias que mueven a los personajes resultan excesivas y las casualidades nos parecen algo inverosímiles.

Si uno se entrega con total confianza a Auster y al narrador, la novela proporciona unas buenas horas de vidas cruzadas por contingencias inimaginables.

 

Rubén Mettini

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