Tea Rooms. Mujeres obreras, de Luisa Carnés
Una reseña de Josefa Molina
En mi opinión, un libro ha de impactar, la historia que aborda debe de conmover, tiene que engancharte de alguna manera para que tú sigas leyendo y te sigas recreando en el placer de su lectura. A veces, la génesis de ese impacto se centra en la belleza de las descripciones, otras en la recreación de los distintos personajes; con frecuencia, lo que te engancha es el uso de terminadas metáforas o de bellos aforismos y, otras veces, el impacto procede de la carga social de la trama en sí. Este es el caso de ‘Tea rooms. Mujeres obreras’ (Hoja de Lata, 2016), de Luisa Carnés, una de esas tantas escritoras que nos ha regalado Madrid y España y que la maldita guerra civil nos arrebató para morir trágicamente en México en un accidente de tráfico con apenas 59 años.
Carnés fue de esas autoras que escribieron sobre sus vivencias personales. Y ‘Tea Rooms. Mujeres obreras’ es un ejemplo de ello. La novela recoge, en ocasiones a modo de reportaje periodístico, la dramática realidad de la pobreza social del Madrid de los años treinta, una sociedad sacudida por las desigualdades más descarnadas en la que las clases sociales están profundamente definidas y materialmente separadas.
En la obra, por el pequeño y clasista salón de té del centro de la ciudad, pasan las más selectas familias burguesas y personajes de la época: las familias burguesas, actores y actrices de la farándula madrileña, …. que son atendidas por un elenco de dependientas, humildes, algunas muy pobres, que trabajan doce horas diarias por un salario de 10 pesetas. Toda una radiografía de la sociedad empobrecida y desesperada de la época, en la que el destino de la joven pobre era, o bien, convertirse en amante mantenida o bien, casarse y fundar una familia, cuidando niños y limpiando escaleras.
Carnés hace una excelente descripción del salón de té a partir de su propia experiencia. Nacida en una humilde familia madrileña, su padre, Luis Carnés era barbero y practicante, y su madre, Rosario Caballero, era sastra, pero abandonó el trabajo para cuidar de seis hijos de los cuales Luisa era la mayor. Luisas abandonó la escuela a los once años y entró como aprendiza en el taller de sombreros de una tía suya trabajo que dejó para pasar al obrador de una pastelería.
Comenzó a leer muy pronto, comenzando por los folletines que publicaban en los periódicos hasta llegar a las grandes novelas rusas.
Entre 1926 y 1929, publica cuatro cuentos en la prensa, algo poco común entre personas ajenas al mundo de la cultura, especialmente difícil en su situación, sin formación y con carácter autodidacta. Comenzó a trabajar en la Editorial Compañía Iberoamericana de Publicaciones, donde conoció a su primer marido, el dibujante Ramón Puyol (1907-1981), con el que tuvo un hijo. Disfrutó de cierta notoriedad literaria y tras el cierre de la editorial, emigró a Algeciras de donde procedía la familia de su esposo, sin embargo, regresó a Madrid, sola y con su hijo, donde trabajó como camarera en un salón de té que le inspiró su libro más conocido, Tea Rooms.
Pero Carnés es también de esas escritoras sobre las que recayó la terrible e injusta losa del silencio y del olvido en el ámbito literario e intelectual de nuestro país, tal y como sucedió a tantas y tantas literatas españolas, véase a las mujeres de la Generación del 27, aquellas a la que Maruja Mallo bautizó como ‘Las Sinsombrero’, aquellas que vivieron a la sombra de sus compañeros sin que se le reconociera un espacio propio ni antes ni después de iniciada la democracia española, que fue cuando se comenzó a recuperar la voz de los autores de la Generación del 27, con Lorca, Alberti, Pedro Salinas, León Felipe y Luis Cernuda, entre otros; una situación de silencio que ha perdurado hasta hace escasamente unos pocos de años cuando, muy poco a poco, se ha iniciado el proceso de recuperación de esta generación de voces femeninas, aunque Carnés, más que de la Generación del 27, Laura Freixas la sitúa en la Generación del 28.
Feminista y republicana
Tea rooms constituye una novela que revela el carácter feminista de su autora así como su ideología política de izquierda. De hecho, fue militante del Partido Comunista Español (PCE) y apoyaba a Clara Campoamor en su defensa del sufragio femenino.
Además, fue una defensora activa de la causa republicana. Al estallar la Guerra Civil escribió artículos y teatro de combate en su defensa que estrenó con Rafael Alberti. Su militancia le costó el exilio en México, país al que llegó en 1939 y donde permaneció hasta su muerte en marzo de 1964 en un accidente de automóvil.
Carnés fue una escritora y periodista comprometida en la defensa de los derechos y libertades de la mujer, así como en la denuncia sin tapujos de la condición social de la mujer española. Ejemplo de ello son los párrafos siguientes:
«En los países capitalistas, particularmente en España, existe un dilema, un dilema problemático de difícil solución: el hogar, por medio del matrimonio, o la fábrica, el taller o la oficina. La obligación de contribuir de por vida al placer ajeno, o la sumisión absoluta al patrono o al jefe inmediato. De una o de otra forma, la humillación, la sumisión al marido o al amo expoliador. ¿No viene a ser la misma cosa?»
O cuando afirma que:
«El marido piensa que las cosas de la casa se hacen por sí mismas y no le da importancia alguna al trabajo de su mujer, al embrutecedor trabajo doméstico».
También en este párrafo nos habla de la humillación de la clase obrera frente a la soberbia de la patronal:
‘Habla autoritario, soberbio. Seguro de ser obedecido. Seguro de la sumisión absoluta de ‘su’ personal. Él es la gran llave del estómago de cada uno de aquellos débiles seres y cada chiquillo de cada mujer inherente a tales seres infortunados. Es el enemigo que a veces hace demagogia de ocasión: ‘El patrono y el obrero son un solo cuerpo'»
En definitiva, Tea Rooms. Mujeres obreras nos ofrece un texto cargado de pensamientos, elaborado por una mujer de fuertes convicciones sociales y de marcado compromiso político que destila toda su producción literaria y periodística, pero sobre todo, es un libro que nos invita a adentrarnos en una realidad descrita a través de una narrativa singular, rompedora y de corte periodístico, que todas y todos deberíamos conocer.
Absolutamente desconocida para mí. Tengo que leerla. Los fragmentos citados da una pauta clara de su raíz feminista. Gracias por darla a conocer, Pepa Molina.
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Gracias por la recomendación Pepa.
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