Bucle
Quedan las noches tatuadas a fuego
en la blanca piel enmohecida.
Los miedos, escondidos bajo los pliegues
que se dibujan en el rostro
y a su antojo, apagan la mirada,
sea día o sea noche, da igual.
Intenta sonreír, pura mueca inocente
que juega a ser despiste.
Su ilusión yace eclipsada, lágrima a lágrima,
en su almohada.
El tiempo se esfumó, no existe el mañana
en este hoy eterno que no acaba.
Sin alegría, sin dicha, sin certeza
cierra sus ojos y duerme.
Sueña que quizás haya un mañana
igual que el ayer, lleno de sol.
Me encanta, como todo lo que he leído de ti. Besos
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Muchas gracias Marga. Sabes que yo también soy una gran admiradora de tu poesía. Un besote.
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