El amor ciego, de Alicia Llarena
Una reseña de Rubén Mettini
En los últimos meses estuve leyendo a muchos poetas: Joan Margarit, Jaime Sabines, Roberto Juarroz, Jaime Gil de Biedma…, imposible enumerarlos todos. Al margen de estos autores que forman parte del canon poético del siglo XX, El amor ciego de Alicia Llarena creo que es el mejor poemario que ha caído en mis manos -y en mi alma- en este 2019.
De la autora, había consultado sus precisos artículos sobre el movimiento surrealista en Tenerife, un movimiento literariamente muy rico y, también, muy breve, pues quedó interrumpido por la Guerra Civil y sus consecuencias. No conocía personalmente a Alicia Llarena. La descubrí en la presentación de este poemario que se llevó a cabo en la Casa de Colón, en el mes de noviembre. Llarena había publicado los libros de poemas Fauna para el olvido en 1997 y El arte de las flores secas en 2009. Hacía 10 años que no aparecía ningún poemario suyo. Valió la pena esta demora de tanto tiempo. El amor ciego (Huerga y Fierro editores, 2019) es una selección de poemas perfectamente pensada y escrita con una precisión de cirujano.
El libro se divide en dos partes: I. La Ceguera y II. La cuchillada.
I. La Ceguera. En esta primera parte, todo el universo se pone en acción para generar el amor, para que dos personas se unan por un sentimiento. No es una casualidad, no es un azar. En el poema El destino en tus ojos dice:
El cielo está lleno de señales
los planetas se alinean hacia tus ojos
y en las estrellas está escrito el instante
en que vendremos al encuentro. […]
Luego son las cartas de adivinación, los pájaros, los ángeles los que corroboran que este amor será válido, será verdad, que solo hay que tomarse de la mano y comenzar a caminar.
En un poema llamado Milagro, su propio título nos indica que el sentimiento que nos arrebata es una cosa milagrosa. Un fragmento de la estrofa final nos dice:
Te digo que el amor es un milagro
que el milagro es un prodigio y el prodigio
es solo algo que acontece
si uno abre las aguas del Mar Rojo cruza
el océano atraviesa todos los desiertos
y llega hasta la playa donde alguien espera […]
Una problemática que se dio en tantos escritores y poetas es la carencia de palabras para expresar lo que el sujeto ve o siente. En Don de lenguas, el poema que abre el libro, la poeta plantea esta dificultad, necesita de todos los idiomas del mundo, quiere que todas las lenguas acudan para nombrar el secreto de amar, porque su lengua no tiene suficientes palabras para decirlo.
En El beso que deseas, el cuerpo entero de la persona amada se vuelve escritura y la poeta termina escribiendo/inscribiendo los versos en la caverna de la boca. La lengua de la poeta queda sometida a ese cuerpo amado. Un poema maravilloso que estoy seguro que le hubiera gustado a Roland Barthes.
En toda esta primera parte, los poemas celebran el encuentro, la unión, los momentos compartidos con ese otro ser. Luego vendrá el desencanto, la desilusión. El amor no se mantiene en pie. Sobreviene la cuchillada.
Entramos en la 2ª parte. En La cuchillada, vuelven a conjurarse los elementos, pero, en este caso, valen para esperar una palabra, una respuesta que no llega. La poeta trata de entender el silencio de ese ser amado que se va alejando. La inquietud se manifiesta con una fuerza brutal, como en el comienzo de Este mar de palabras:
Tengo una guerra de tambores africanos
en el centro del pecho
un djembe que hace ruido en la alta noche
con su voz de selva antigua y su insistente ronquera
una agitación que no descansa un tam tam que martillea […]
Casi ni es necesario señalar que, en este fragmento, se siente la agitación tanto en las palabras como en el ritmo de la estrofa. Llarena relaciona todos los elementos y hace que el lector perciba la inquietud; consigue contagiar la convulsión que siente.
Y por fin aquella que ama y ha sido abandonada, se quita dolorosamente la venda que cubría sus ojos. El inicio del poema La venda lo expresa crudamente:
Quitarse la venda dejar el alma afuera
a la intemperie desnudarse
y sobrevivir contra la piedra el huracán de la memoria
la cucharilla del recuerdo dando vueltas
en el café del desayuno
el torbellino de mentiras agitándose
en el centro de la taza
un agujero negro desagüe sumidero
donde van a parar las madrugadas el dolor
la ilusión corrompida los insomnios […]
Pero se consumó la separación, y la poeta deja para el final un bello poema de reconciliación consigo misma y con el ser que amó. Termina dando gracias al amor que pasó por su vida, pues ha echado nueva luz. Citaré la última estrofa de La última palabra:
Es el momento de decir adiós
decirlo con la belleza de una bendición
que lo ilumina todo y que te ve marchar
ahora sí dándote gracias
por lo bueno por lo dichoso por la risa
por la cuchillada que abrió el velo
la grieta por donde hoy entra esta luz.
Del primer al último poema el libro es toda una unidad, una bella unidad poética. Leo una vez y otra, regreso a los poemas que leí ayer y hallo nuevos significados, incluso respuestas, pues el libro me parece un breve manual de sabiduría sobre el amor. Quien ame la poesía, recomiendo que tenga cerca este libro, lo lea y lo guarde como una joya preciosa, pues lo es.
Añado un breve apunte sobre la poeta. Alicia Llarena nació en Mogán (Gran Canaria) en 1964. Es profesora de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Las Palmas. Ha escrito obra narrativa, los poemarios arriba citados, y entre sus ensayos figuran Poesía cubana de los años 80 (1994); Lo Real Maravilloso: una cuestión de verosimilitud (1997); Yo soy la novela. Vida y obra de Mercedes Pinto (2003) y Espacio, identidad y literatura en Hispanoamérica (2007).
Estupenda reseña, Rubén Mettini. Me ha despertado la curiosidad y la intriga por leer esta nueva producción poética de Alicia Llarena. Gracias!
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Lo leí sin haber visto tu reseña. Iba a hacer una porque me encantó, pero si el poemario es excelente, tu reseña es espectacular, porque no hubiese hallado palabras tan bien dichas que describiesen ese recorrido de sentimientos de Alicia por el amor… circuito por el que casi todos hemos pasado y que refleja tan maravillosamente. Transmutó el dolor en intensa belleza. Gracias por la reseña y a la autora por esta desnudez del alma enamorada y decepciomada. Les quiero mucho a los dos. Gracias por todo lo que aportan a la literatura y a la vida.
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