La Carne, de Rosa Montero

Una reseña de Marlenis Castellanos

Retomo a Rosa Montero, luego de muchos años de ausencia. Ella fue mi referente cuando escribía sus crónicas en la revista de El País y yo me iniciaba como periodista en el diario El Nacional de Caracas.

Nuestro librero, el entrañable sr. Esteban, aparecía entre martes y miércoles en la redacción del periódico y me dejaba sobre el escritorio, la edición dominical del diario español. Lo primero que yo leía era la crónica de Rosa Montero. Después, me quedaba toda la semana para leer el resto del periódico y su revista. Ya en la década de los 90, sus libros invadían las librerías venezolanas, pero ya Caracas empezaba a desdibujarse y comprar un libro se convertía en un acto de lujo casi extremo. Apenas alcancé a comprar La Loca de la Casa y a leer algún libro que me prestarían (y que regresé a su dueño…)

Por eso, ahora inicio desde cero: leo a la Rosa Montero actual. Y comienzo con su libro “La carne” (Ediciones DeBolsillo), la historia de Soledad, mujer de sesenta años que decide contratar los servicios de un gigoló. Este hecho, casi frívolo, descubre las angustias de una persona acostumbrada al éxito, y que de pronto se encuentra ante el inicio de la “decadencia” de su belleza física, sus competencias laborales y su estabilidad emocional.

Soledad recorre sus temores desde la esperanza y con humor negro. Es la narrativa transgresora de Rosa Montero, quien se atreve a hacernos reflexionar sobre el tiempo que no nos da tregua, sobre los amores perdidos y la esperanza de seguir amando, a pesar de la edad.

Aunque pueda parecer un libro triste, no lo es. Rosa Montero se encarga de que acompañemos a Soledad en su transitar por los cambios de convertirse en una sexagenaria con una edad mental casi juvenil. Nos lleva hasta el último párrafo con una sonrisa y nos ayuda a imaginar la nueva historia que iniciará Soledad cuando cerremos el libro.

Marlenis Castellanos