Casa de Misericordia, de Joan Margarit
Premio Nacional de Poesía, 2008. Editorial Proa.
Una reseña de Rubén Mettini
El poeta Joan Margarit ha ganado, en el mes de mayo de 2019, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el galardón más importante del género. Es el segundo autor catalán que recoge este premio. Anteriormente lo había recibido Pere Gimferrer. Si bien, Margarit tenía un lugar bien destacado entre sus incondicionales –yo mismo lo he seguido en sus libros y presentaciones– este premio reciente ha creado un verdadero «furor» entre antiguos y nuevos lectores.
Su obra cuenta con muchos títulos. Aquí cito algunos de ellos: Luz de lluvia, Edad roja, Estación de Francia, Joana, Cálculo de estructuras, etc. Me centro en Casa de Misericordia porque acabo de leerlo e intento no extenderme excesivamente en esta reseña.
El autor nos habla en el Epílogo de cómo surgió la idea de este libro:
«El título de este libro es el de uno de los poemas que contiene y que comencé a concebir mientras visitaba una exposición sobre la Casa de Misericordia, donde podían verse fotografías y documentos ligados a la historia de esta institución. Tres cosas quedaron en mi mente: En primer lugar, el edificio, enorme, austero y bruñido de tan limpio, con los niños y niñas siempre graves y en orden, de pie o sentados, un orden casi militar. En segundo lugar, las solicitudes, muchas de las cuales eran de viudas de asesinados en la represión del final de la guerra civil, que pedían el ingreso de sus hijos por imposibilidad de mantenerlos. En tercer lugar, los informes de los jueces y otros funcionarios del nuevo régimen sobre aquellas solicitudes».
De allí surge este poema que da nombre a todo el libro:
Casa de Misericordia
El padre fusilado.
O, como dice el juez, ejecutado.
La madre, ahora, la miseria, el hambre,
la instancia que le escribe alguien a máquina:
Saludo al Vencedor, Segundo Año Triunfal,
Solicito a Vuecencia poder dejar a mis hijos
en esta Casa de Misericordia.
El frío de la mañana está en la instancia.
Hospicios y orfanatos fueron duros,
pero más dura era la intemperie.
La verdadera caridad da miedo.
Igual que la poesía: un buen poema,
por más bello que sea, será cruel.
No hay nada más. La poesía es hoy
la última casa de misericordia.
El final del poema le sirve al poeta para hacer una reflexión sobre la función de la poesía. Voy leyendo a Margarit y, cuando cierro el libro, quedan en mi mente los poemas como si se tratara de una obra narrativa. Me cuentan muchas experiencias del autor. En casi todos, parte de un detalle de su vida: sus viajes, su mujer, sus hijos, las casas en que vivió, la música que escucha, los paseos que realiza. Nos lo cuenta con un lenguaje cotidiano, sin rebuscamientos ni palabras complicadas. Probablemente sea el poeta más narrativo en la poesía catalana y castellana.
En ese mismo Epílogo citado antes comenta que la poesía romántica siempre le ha atraído poco, le ha resultado farragosa. Para encontrar su propia voz debía dejar de lado tanto el Romanticismo viejo, el clásico, como el Romanticismo de las vanguardias. El poeta deseaba que la poesía se pusiera al servicio de la vida y no al revés. Piensa que la poesía se basa en una cuestión de intensidad. La intensidad se halla asociada a un sentimiento, pero es imprescindible que el sentimiento use la razón como catalizador. Por este motivo concluye que el poema ha de ser exacto y conciso. Intensidad, para él, significa concentración. Esta concentración requiere que el poema deba entenderse. Por sus palabras concluimos que Margarit desecha la eclosión del sentimiento para crear su poesía. La razón es esencial para depurar los estados impulsivos. Y creo que, de todo este planteamiento estético, surge esta poesía que denomino narrativa. Digamos que el poeta parte de un detalle de observación y el poema acabará casi siempre con un razonamiento que transforma el detalle en una reflexión abstracta, transcendental, metafísica. De aquí su riqueza. De aquí que, cada lector, si entra a conciencia en la escritura de Margarit, hallará puertos donde fondear, aguas donde mirarse, reflejos de sí mismo.
Si quieren oír la voz del poeta, aquí dejo el enlace de la web: Poemas para leer y escuchar.
Me gustó mucho este libro. Es crudo.
Son poemas narrativos, totalmente de acuerdo con tu opinión.
Actual premio Cervantes, grande Margarit.
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