Roberto Iglesias – La flecha

La flecha

 

Dicen,

dicen los que saben,

que el tiempo es un vector,

una flecha que marca la entropía

que indica el grado de desorden

y de destrucción

que todo lo habita.

Algo de cierto hay en ello,

así lo cantaba Manrique en las coplas

a la muerte de su viejo.

 

Las huestes

innumerables,

los pendones, estandartes

y banderas,

y castillos

impugnables

y los muros y baluartes

y barreras,

la cava honda

chapada, 

o cualquier otro 

reparo,

¿qué aprovecha?

cuando tú vienes airada

todo lo pasas de claro

con tu flecha.

 

Mas yo conozco quién lanza

esa mortífera e inexorable flecha:

es la muerte, 

ese arquero ciego

que invisible, escondido

en la espesa jungla del olvido,

elige con cuidado,

-con tino desmedido-

su siguiente diana,

su próximo objetivo,

con sus ojos cerrados

siempre ciegos

de tanto contemplar

como se desploman los cuerpos

con su toque certero. 

 

¡Miradla ahí!

¡Yo sí la veo!

A tientas palpa su carcaj 

y elige entre tantas:

una saeta con un nombre

tallado en su cuerpo

la carga en el arco

¡Ya apunta hacia el cielo!

 

Pensando a ciegas

la Parca ha elegido ya

el destino de su vuelo

¡vuela saeta el cielo!

¡surca invisible los vientos!

Tras su fatal devaneo

desciende furiosa

como cual meteoro

en tormenta de invierno

y acierta a clavarse

en el siempre inocente cuerpo. 

 

¡Qué fatal puntería!

¡No sé dónde vive la Parca!

No sé desde dónde lanza

su certero vuelo,

solo sé que esta noche

aquí escondida tengo

la flecha que tallada con fuego

lleva mi nombre dentro.

 

¡Mas no os engañéis!

Tan solo he ganado unos minutos

pues ya la veo tallar otra de nuevo

y pronto, 

pronto,

será su vuelo.

 

Roberto Iglesias

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