Quien canta su mal espanta
Quien canta su mal espanta,
predica un sabio refrán.
Y yo soy de los que cantan
para espantar ese mal.
Me alegra la vida el canto
al compás de una guitarra.
Y el alma se me conmueve
si otras voces me acompañan.
Aflora el sentimiento cuando cantas
canciones que te llegan hasta el alma.
Las lágrimas asoman a los ojos
si liberas las penas que te embargan.
A veces, al cantar con sentimiento
una historia que toca el corazón,
se desgarra la voz, y el sufrimiento
se aleja con el son de la canción.
Me gustaría amansar a las fieras
cantando una entrañable melodía.
Y ojalá que entonando ese canto
se extienda por el mundo la alegría.
Que no se calle el cantor
para que la vida hable.
Que canten todas las voces
y resuenen en el aire.
Y cuando lleguen las penas
no me dejaré agarrar,
y me obligaré a mí mismo
a cantar, cantar, cantar.
Sigue cantando, poeta. Besos y abrazos.
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