Cerveza de mentira
Repetía la rutina: al trabajo iba en transporte público; la vuelta a casa, lo hacía a pie.
El regreso era cuesta arriba, pero siempre fue una persona de retos: al comienzo, caminar las doce calles le resultaba un infierno… Casi una hora para subir la cuesta hasta su casa. Ocho paradas para recuperar el aliento, para pensar en lo que le esperaba al abrir la puerta. Poco a poco fue reduciendo el tiempo de retorno y de descanso. En el último mes se detuvo apenas cuatro veces a recuperar el resuello, a secarse el sudor y continuar su camino: detrás de la cerradura, cerveza sin alcohol, comida baja de sal, cero azúcar en el café; un desaliento que apenas malvive en la rutina y una pasión que lucha por renacer en la nada.
El próximo mes mejorará su tiempo y subirá la cuesta en treinta minutos.
Genial mi querida Marlenis, me he quedado imaginando esa vida… Un besote enorme mi niña.
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Creo que ya lo había oído. Algunos relatos me quedan fijados y tintinean en mi mente. Ah, ahora caigo, lo había leído en el libro de PyV. Mi enhorabuena, Marlenis Castellanos.
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Gracias Manuel por acompañarme en este ejercicio de imagierìa… Un abrazo
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Un desaliento que apenas vive en la rutina…interesante imagen. Me gusta.
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Gracias Pepa… Tus comentarios son importantes para mi…
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Ese duro camino sin futuro de la rutina obligada…me encanta el cómo lo describes Marlenis. Un abrazo.
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