Detrás del postigo
Vivía en una loma. Para ir a trabajar bajaba y subía caminando desde el pueblo. A la salida de su jornada, atajaba prados que le conducían a la casa en ruinas, pero que mantenía viva la flor de su vida. Solía sentarse en el frontal que daba al único postigo donde Lila solía esperarlo, detrás del postigo. En silencio, esperaba la noche y su voz, esa que le llegó a revelar que contaba los días para estar a su lado hasta que la muerte los separó.
Facebook: Rosario Ibrahím
La muerte, esa invitada siempre presente y nunca deseada…
Me gustaMe gusta
Muy bonito mi querida Rosario. Un besote enorme mi niña.
Me gustaMe gusta
Què lindo texto… El amor a veces tiene caminos extraños…
Me gustaMe gusta
Cierto, a veces las historias sencillas tienen un revés inexplicable. Mil gracias, Marlenis!! Un besote!!
Me gustaMe gusta