TE RECOMENDAMOS…La otra vida de Ned Blackbird, de Alexis Ravelo

La otra vida de Ned Blackbird, de Alexis Ravelo

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Una reseña de Rubén Mettini

Como casi semanalmente estoy en presentaciones de libros, lecturas de textos o eventos literarios, escuchando la voz de diferentes autores, me pregunto por qué bastan unos pocos versos o el párrafo de un cuento para sentir si ese autor me impacta o me deja indiferente. Tiene que ver con el gusto, lo digo a riesgo de caer en el lugar común, pero además se relaciona con algo más profundo: las lecturas que uno hizo en su adolescencia, los autores que marcaron mi vida, las frases que quedaron grabadas y que luego llevé a mi propia literatura y un largo etcétera de motivos que atañerían más a la forma de ser que a una superficial complacencia.

Hago esta introducción porque apenas entrar en esta novela de Alexis Ravelo sentí que leía unas páginas cuyo contenido golpeaban intensamente en mi interior y me traía ecos de lecturas lejanas. Me complacía en todo momento de ocio en abrir la novela e ir degustando sus páginas, con la vana expectativa de que nunca acabara.

La doble vida de Ned Blackbird nos presenta a Carlos Ascanio, un profesor de Filosofía que va a trabajar en la Universidad de Los Alamos –un nombre inventado, aunque suponemos que es una posible universidad de las Islas Canarias– y, en el viejo apartamento que alquila para vivir, comenzará a sentir una máquina de escribir que teclea constantemente. La historia nos la cuenta un profesor amigo de Carlos. Sin duda esa máquina de escribir que no se halla en ningún apartamento vecino nos recuerda el relato La puerta condenada de Julio Cortázar, donde un hombre en un hotel oye a una mujer que intenta calmar el llanto de un niño.

Una característica singular de Carlos Ascanio es que, al despertar, aparecen objetos reales que parecen provenir de sus sueños: un reloj de leontina, un camafeo verde, una horquilla para el pelo o unas gruesas gafas de culo de vaso. Poco a poco Carlos se irá sumergiendo en la vida de la anterior inquilina de ese piso, Celia Andrade. A través de Celia entrará en un laberinto del que le resultará difícil salir.

Así ve el narrador las elecciones que día a día va tomando Carlos Ascanio y que lo llevarán a un callejón sin salida. Cito el texto:

«Así, la vida va poniendo a las personas en encrucijadas que conducen a nuevas elecciones, decisiones nimias que se toman casi al azar, en alguna región de lo volitivo cercana al instinto, y que resultan fundamentales para entender, a posteriori –siempre a posteriori, y eso es lo terrible–, cómo hemos acabado al borde del precipicio; comprender qué nos condujo hasta allí cuando ya nada tiene remedio, cuando ya no hay oportunidad de retorno…»

Si yo leyera este texto sin saber quién es el autor, seguramente pensaría que es un fragmento de Julio Cortázar. No podemos olvidar que Alexis Ravelo cursó talleres de escritura con Augusto Monterroso, Alfredo Bryce Echenique y Mario Merlino. La marca latinoamericana está allí. Tal vez sea el autor canario que más se aproxima a los grandes autores de Latinoamérica.

La novela incluye cartas enviadas y recibidas, un diario personal, argumentos de posibles novelitas y diversos materiales que resultan imprescindibles para que la trama se configure, sea comprensible; en definitiva, para que nos proporcione un enorme goce estético.

Ravelo nació en Las Palmas de Gran Canarias, cursó estudios de Filosofía Pura y escribió tres libros de relatos y de varios textos de literatura infantil y juvenil. Logró gran repercusión con sus novelas negras; La estrategia del pequinés logró el Premio Hammet a la mejor novela negra. La publicación de esta novela por la Editorial Siruela nos habla de su calidad literaria, una editorial de referencia en temas de buenos autores. Sin duda, recomiendo la lectura de esta novela. Una última aclaración: Ned Blackbird es el nombre de un escritor de novelitas del oeste, aquellas que se editaban por centenares, baratas, de bolsillo, y que se leyeron mucho entre los años 50 y 70 del siglo pasado.

Facebook: Rubén Mettini

Un comentario

  1. Leí este libro hace unos años y me gustó, (aunque no para tirar voladores). Leo mucho a Alexis Ravelo y me gusta cómo escribe. Él le tiene especial cariño a esta obra. Buena reseña.

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