Pippi Calzaslargas, de Astrid Lindgren
Una reseña de Roberto Iglesias
La aparición de la televisión y el cine ha provocado desde finales del siglo XX un fenómeno sociológico que afecta directamente al procesos de lecto-escritura: concedemos acceder, sin consciencia de error, al discurso narrativo escrito a través de la imagen. Una sustitución de soportes, casi darwinista, mediante la cual se evita, erróneamente, leer las obras escritas. Hasta tal punto es así, que el canal sustituye al mensaje, y por ende, una pléyade de lectores potenciales llegan a demandar antes el sucedáneo (la imagen) que el original (la obra escrita).
No es única la ocasión que uno tiene que escuchar expresiones del tipo: “espero a que salga la película”, “¿hay película sobre ese libro?”, etc… Constituye un error epocal, todo un síntoma, de tal índole que uno rara vez suele escapar de él.
Así el que aquí escribe sucumbió ante el mismo defecto. Corría el año 1974 y RTVE pasaba por el tubo catódico la serie: Pippi Calzaslargas. Una adaptación no fidedigna del libro original de la autora sueca: Astrid Lindgren (Astrid Anna Emilia Ericsson, Lindgren (Vimmerby, 14 de noviembre de 1907 – Estocolmo, 28 de enero de 2002). Tendrían que pasar casi 40 años hasta que el que aquí escribe accediese a leer en voz alta para niños la novela de la autora sueca. Solo entonces se rompe ese falso halo del sucedáneo catódico y uno logra saborear el modo peculiarmente hippy de la autora. Porque Pippi es, ante todo, hija de su tiempo y, por tanto, su vestimenta y facha es netamente así: desaliñada, desordenada, extrovertida, algo caótica pero sobremanera generosa y altruista, enemiga del gris y prosaico mundo de los adultos, millonaria y fuerte como el mismo Hércules; vaga y ajena a la vida escolar. Un espíritu libre. La buen salvaje de Rousseau.
La lectura de esta obra pasa de sobra “la prueba del nueve” como es que un niño de entre 6 y 9 años resista con ilusión imaginativa su lectura en alto antes de ir a dormir. Dicha prueba valida de sobra el mundo universal que la autora sueca ha regalado a la humanidad, y que por ello, la hace merecedora no solo de sus galardones, sino también de haber forjado uno de los mitos literarios infantiles más sólidos y reconocibles.
Galardones logrados:
En 1958 recibió el Premio Hans Christian Andersen, considerado el Nobel de literatura infantil y juvenil.
En 1994 recibió el Premio Right Livelihood, llamado también Premio Nobel Alternativo, en el parlamento de Suecia.
En el 2015 se cumplió el septuagésimo aniversario de su primera edición. Lo universal no caduca.
¡Larga vida a pippilota, eternamente joven en Villamangaporhombro!
FICHA LITERARIA DE LA OBRA EN PAPEL
ASTRID LINDGREN: PIPPI CALZASLARGAS
- Traducción de Blanca Ríos y Eulalia Boada
- 312 páginas
- Tapa rústica con solapas // 14×21
- ISBN: 978-84938817-9-5
- Ilustrador: Lilli Carré
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