La culpa fue de la ‘ese’ ¿»Entendistes»?
Un artículo de Sasa Sosa
La letra ese por sí sola no parece peligrosa pero, colocada al final de la segunda persona del singular del pretérito perfecto simple, puede causar daños irreparables a la vista. Juro que me dan estertores cuando la veo ahí, desafiante y altanera, como si ese fuera su sitio natural, dueña de una tierra de nadie, arrogante y borracha como siempre. Por eso, por el poder que me concede la gramática, yo declaro a esa ese entrometida culpable de perpetrar un delito gramatical imperdonable, por lo cual será condenada al singular y a desaparecer de ese lugar pretérito para siempre.
¿Nunca te has tenido que tragar un “fuistes”? ¿No te has comido con papas un “dijistes”? Ese silabeo final, esa línea borrachusa, aunque suene a fina es un vulgarismo que aporta un sabor amargo, áspero y doloroso, cualquiera que fuera su intención inicial. Pero ¿por qué se usa? ¿por qué la mano se lanza insistentemente a acabar la palabra con ese silabeo espantoso? Tal vez pensamos que “fuistes” lleva más lejos, o que “pensastes” hace más inteligente o que “ganastes” vuelve más competitivo. También puede ser que establezcamos una analogía incorrecta con el resto de las segundas personas del singular de los otros tiempos verbales que sí llevan la ese final (dices, decías, dirás….).
Pero, ¿por qué este dichoso tiempo es distinto? Parece ser que ya desde el latín este tiempo verbal tenía desinencias propias que lo distinguían de otros tiempos.
Así, la conjugación en latín del verbo amar sería:
- amavi
- amavisti
- amavit
- amavimus
- amavistis
- amaverunt
La sílaba -vi- fue sincopándose (desapareciendo), dando lugar a nuestro actual pretérito perfecto simple (amé, amaste, amó, amamos, amasteis, amaron).
Fin del misterio.
Facebook: Sasa Sosa
Muy interesante el artículo. Me quedo con ganas a más. Gracias por compartir tus conocimientos, Sasa.
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Gracias, macuflores. Y no te preocupes, amenazo con volver…
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