AMORES PAVOROSOS
No pudo llegar antes, aún no había anochecido. Sobrevoló el pueblo y se acomodó tras el cristal del ventanal. Allí estaban. Se amaban sin pudor y a él los celos le mataban. Cuando el amante partió, entró con sigilo y yació junto a ella. La amó con furia y con furia le hincó los colmillos en el cuello. Mientras saboreaba el néctar de la sangre, pensó: dos mordiscos más y serás eternamente
mía.
Una escena sangrienta. Al más puro estilo de Bram Stoker.
Bravo, Isabel.
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Y pavoroso buen relato.
Me encantó.
Besos
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