La mirada infinita. Cuentos reunidos, de Josefina Zamora

Una reseña de Rubén Mettini
En la última Feria del Libro, celebrada en Gran Canaria en el mes de noviembre del 20, conseguí este libro ‘ La mirada infinita. Cuentos reunidos’ (Consejería de Educación, Universidad, Cultura y Deportes, Gobierno de Canarias, 2019. Colección Agustín Espinosa II) desde aquel momento hasta hoy me ha mantenido en una sorpresa permanente. Sorpresa porque Josefina Zamora es una escritora prácticamente desconocida. Pensemos que, en 1994, después de muchos años de escribir, publicó La mirada infinita, su único libro.
Brevemente, a manera de biografía, Josefina Zamora Lloret nace en Alicante en 1920. A los 12 años se traslada a vivir a Gran Canaria. Se licenció en Periodismo en la primera promoción de la carrera. Colaboró durante años en la revista El Museo Canario y en varios periódicos. En la publicación de sus relatos en 1994, introduce el libro con estas palabras: Muchos de estos cuentos han dormido tiempo y tiempos en carpetas, ya hoy de tapas de color desvaído, nunca releídos, otros son más recientes, los hay de ahora y otros permanecen anclados en mi espíritu sin saber por qué. Y también explica: Escribir un cuento es como estar extraviada en la magia e intentar salir, creo que aún los cuentos de desesperanza se encuentran en las veredas de la magia. El escritor Juan Manuel García Ramos leyó los cuentos y, de aquí, surgió la idea de publicar los 36 relatos que conforman La mirada infinita. La escritora muere en 2006, sin ninguna otra publicación.
El escritor tinerfeño Yeray Barroso se encargó de esta reedición del libro, que pasó inadvertido en el momento de su publicación. Agradezco a Barroso y a todos los que colaboraron con él en esta nueva edición, que suma 30 cuentos inéditos de Zamora a los 36 cuentos originales.
Al leerla, no podemos entender cómo una cuentista de su talla ha pasado inadvertida en las letras canarias. Zamora tiene una absoluta seguridad en la construcción de los cuentos. Su prosa es firme. Posee una gran conciencia de hacia dónde dirige su cuento, entrelazando en la trama una prosa poética que dan ganas de subrayar frases y párrafos a cada página del libro. Cuenta con gran precisión las actitudes, los comportamientos de los personajes. Los detalles más nimios están descritos con belleza, detalles con los que la lectora o el lector podrá sentirse identificado. Estos cuentos deberían trabajarse en los talleres de escritura porque quien quiera dedicarse a la narrativa debe leer y analizar a Zamora, como ocurre con los cuentos de Antón Chéjov, Juan Rulfo o Milan Kundera.
Sin duda, las mujeres son las contadoras de sus relatos. Son mujeres que tienen relaciones tensas o beligerantes con sus maridos, pero estas mujeres no son campesinas o kellies que trabajan en hoteles. Los personajes de Zamora pertenecen a familias de clases burguesas. Son mujeres que se reúnen en clubes selectos, toman el té en las tardes, hacen partidas de cartas, asisten a conciertos y organizan viajes. La dependencia del hombre se da dentro de la casa, en la vida íntima, pero ellas tienen gran vida social con otras mujeres.
En los cuentos, aparecen esposas sometidas al despotismo del marido, pero, en muchos casos, ellas toman por su mano la venganza. Aparecen muchos hombres asesinados en estos cuentos. Zamora, en una entrevista, confesó: Tengo una colección de cuentos que no sé si alguna vez publicaré y en los que muestro un sentido catastrófico de la vida que no puedo remediar. Estas catástrofes, casi siempre calmas y silenciosas, van surgiendo aquí y allá en la mayoría de los relatos.
Al margen del feminismo o de la plasmación del dominio de la mujer por el hombre, lo que más me llamó la atención fue la utilización de muchos temas de la literatura fantástica e, incluso, de motivos surrealistas en los cuentos. Tal vez reivindicarla como escritora feminista, menoscaba esta dimensión literaria que va apareciendo en la mayoría de los cuentos. Sus tramas me recordaron a la escritora catalana Mercè Rodoreda que, tal como Zamora, introduce temas de un fantástico cotidiano. No hay nada maravilloso ni sobrenatural que intervenga, simplemente la vida cotidiana que se vuelve absurda.
Intentaré dar algunos ejemplos de temas relacionados con este género literario, aunque me temo que haré de spoiler de alguno de ellos:
–Hay una especial predilección por los miembros del cuerpo aislados o cortados. En el relato Las manos del director de orquesta, esas manos toman vida propia, moviendo el aire, aleteando, acariciando e incluso amenazando. En Silencio, se rueda, es el silencio que se transforma en un objeto, un monstruo devorador que provoca que la mujer vaya perdiendo sus miembros, vaya quedando tullida, aunque casi nadie lo note. El silencio del marido es el arma que extermina a su esposa.
–Una de los cuentos que más me han inquietado es El hombre de la columna. La trama avanza en una vida tensa, casi insoportable. El horror callado se va introduciendo en la vida cotidiana. El matrimonio está construyendo una nueva casa. La mujer y el hijo desean una venganza de un marido y padre despótico. Meterán en cuerpo del hombre muerto en el encofrado de una columna de la nueva casa. Así lo horrible, el asesinato, será como una justa venganza. Madre e hijo continuarán con su vida habitual.
–Un tema apreciado por la literatura fantástica son los objetos que adquieren el peso de un ser. En el relato El miedo, el marido amenaza a la mujer con una escopeta y un cuchillo. Al pasar los años, la Señora –tal como es llamada en el cuento– va desarrollando una relación de odio y celos hacia el cuchillo. Quizás espera que ese cuchillo termine por cumplir su misión. En el final del cuento, la Señora acabará acunando el cuchillo, besándolo, diciéndole tiernas palabras de amor.
–El tema del Doble es uno de los temas preferidos en lo fantástico y el terror. En el cuento Mistress Jeckyll se explica, la mujer casada con el Doctor Jeckyll convive indistintamente con el hombre y la bestia. La señora amará a esos dos seres que cohabitan alternativamente con ella. La confusión se da también en uno de los mejores cuentos de La mirada infinita: Teresa. Aquí dos hombres aman a Teresa: su marido y el mejor amigo de su marido. La relación con ambos dura mucho tiempo, el marido no sabe que ella le es infiel. La amistad entre los hombres es inefable, indestructible, pero son tan amigos y se acaban pareciendo tanto que Teresa acaba aburrida porque hasta el perfume de uno es el mismo perfume de otro.
–El relato Los espejos, toca el tema del Otro, muy apreciado en la literatura fantástica. El personaje, Elisa, se ve diferente en cada espejo en que se mira. Tiene personalidades diferentes en el espejo que son suyas, le pertenecen. Se siente identificada con la mujer con quien toma el té los jueves, habla con ella, es su mejor amiga. El cuento desarrolla el tema de ese otro que soy yo y que es otro y que me observa desde el reflejo en el espejo. Y esa imagen será la personalidad que Elisa deseará para sí misma. Cuando ese salón de té sea demolido, ella ya no tendrá consistencia física.
–Hay un cuento que me parece de una delicadeza extrema y que podríamos relacionarlo con la literatura surreal: La niña de azúcar. Cuenta la historia de una niña muy golosa, que se lleva a la boca puñados de azúcar. Cuando visita a su abuela, esta también le deja comer azúcar. En el desenlace, la lluvia ira diluyendo la piel y el cuerpo de la niña de azúcar.
Quizás me he extendido demasiado contando algunos de los cuentos, intentando entroncar la obra de Zamora con la literatura fantástica. Yeray Barroso, Daniel María y Covadonga García Fierro escribieron sendos artículos sobre esta autora. Creo que su obra está abierta a nuevas interpretaciones. Estoy seguro de que todas y todos los lectores amantes de la narrativa deben, en algún momento, demorarse en estos magníficos cuentos.
Me dejo algo, Josefina Zamora fue la mujer de Ventura Doreste. Lo he dejado para el final para deshacer el maleficio de las autoras “mujeres de”. La Universidad de La Laguna posee el cuantioso Fondo Doreste-Zamora para quien quiera estudiar sus obras.