Subterfugio
Asisto a diario a los muros de
mi propia existencia,
a la muerte de mí mismo.
Al vertedero de esta locura
sin nombre de las
aguas sucias del abandono.
Por las aceras de las calles
se pisotea el desconcierto.
Hay habitaciones que dan
a la absoluta ignominia de mí mismo.
Se quiebra el alma hecha pedazos
de aquellos que nadamos en la náusea.
Muere el tiempo en ese
olor a hierba mojada y
a tierra en la piel del deseo.
Varados en mitad de la nostalgia
de un tiempo que fue,
el color del aire es otro ahora.