Maestro, ¿tú no tienes miedo?

Maestro, ¿tú no tienes miedo?
Cuando hoy muere un niño tiroteado
y su madre lo encuentra en frente de su casa
y abraza su cadáver hasta que al fin se lo arrancan
y las hienas envían condolencias
¿tú no temes?
Buscamos en él el signo distintivo de la víctima
y no hay siquiera una mirada en la que anclarse
–las cuencas de los ojos de su padre no dicen nada, o dicen muerte–
¿Qué piensas tú, mientras esto sucede?
¿Qué piensan los que te siguen como posesos?
¿Se adentran en la selva roja de Juan
o persiguen los muertos de Octavio?
¿Por qué mirar atrás,
cuando hay tanto presente indescifrable?
Las hojas están muertas
Las palabras se pudren
Acércate maestro
Huele su fetidez
Hoy van a velarlo junto a tu casa,
pero el horror no hace mella en ti
o en tus discípulos
¿Hay mayor sinsentido
que pasar y pisar las flores fúnebres
para llegar a la luz amarilla de tu sala
y hablar de poesía?
Callando hoy no voy a revivirlo
Cierto
Era un hombre, no un niño
Verdad a medias
–para una mujer era su niño–
¿Me sumo a tus filas, o a las suyas?
De vez en cuando no hace daño
mirar por la ventana
Hay lutos que se extienden como charcos de tinta
y pueden más que todas las palabras
Es apenas otro muerto, pero no te engañes
Huele a sangre
Hoy, apenas conocida la noticia,
uno de los amigos de su familia dio un mensaje
La vida sigue, dijo.
¿Tú le crees? ¿Sigue la vida aunque nos la arrebaten?
Hay días que son como ese niño,
Muertos, apenas se levantan
Días que acaban demasiado temprano
y son noches eternas,
eternas madrugadas.
Facebook: Angela Molina
Foto: María José Molina Oliva
QUÉ DURO ! QUÉ DURO ! IMPRESIONANTE ! ANGELA, ME HAS DEJADO FUERA DE COMBATE. HECHA POLVO. VOY A TENER QUE DESCANSAR. LONDRES, ANDREA MOLINA.
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Es durísimo, Andrea, porque es real. ¡Un abrazo grande!
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