¿Quién eres?
Quizás debí preguntarte más por tus cosas. Tal vez debí interesarme más por tus ideas, inclusive aquellas que guardabas en lo más profundo de tus sueños. ¿Por qué no Intenté alcanzar lo más hondo de tu mente? ¿qué me impidió imbuirme en ti hasta alcanzar tu alma inquieta?
Ahora que todo ha cambiado me asalta el deseo de saber más de ti. Ahora me angustian las preguntas porque sé que no obtendré respuestas. ¿Quién eres en realidad? ¿Cómo eras cuando no estabas conmigo, cuando eras solo tú con mayúscula, hombre libre de ataduras? ¿Qué anhelaste de verdad? ¿A quien amaste además de a mí?
De todos modos, siento en lo más profundo de mi alma inmortal y única, que estuvo bien así, sin saber. Deseo entender que es lo verdaderamente correcto. Cada cual tenemos nuestros secretos, nuestros íntimos recuerdos. Son únicamente nuestros los momentos especiales que nos hacen diferentes. Llevamos en nuestro escondite particular situaciones, paisajes, gente que nos fueron marcando y que, tal vez, si llegásemos a hablar de ellos, si los sacásemos de ese rincón amado u odiado por lo vivido, dejaríamos de ser nosotros mismos. Creo que sería como permitir que alguien se ponga nuestra ropa interior sin permiso; nos sentiríamos ultrajados, violados…
Ahora que todo a cambiado, a menudo me sorprendo a mí misma observando cada pequeño gesto de tu rostro y vuelvo a preguntarme ¿Debimos haber hablado más a pesar de saber lo mucho que hablamos? Fuimos novios, amantes, esposos… padre y madre y, con el paso del tiempo nuestro espíritu combativo se fue serenando hasta el punto de ser mejores camaradas, inseparables amigos, ¡estábamos tan bien juntos! ¿Cómo lo conseguimos? Tú tan distinto de mí; yo, tan diferente a ti. ¿Cómo pudimos llegar a ser uno?
Fuimos uno. Sí. Sin embargo, presiento que nos guardamos una parte muy importante de nosotros mismos. Me pregunto si fue ese respetuoso silencio lo que nos permitió continuar juntos: yo, siendo yo. Tú, siendo tú.
Deseo escribir sobre ti, pero no sé por dónde empezar. Desconozco tan tantas cosas… Me miras con amor. Me abrazas con tu brazo sano, me sonríes… tus labios mudos intentan besarme. Sigues siendo tú, aunque tu cerebro herido por el ictus no sepa contestar a mis llamadas, aunque no sepas contestar a tantas preguntas…Tanto por saber y tú hermético en tu cueva oscura.
No sé si volveremos a comunicarnos con palabras, ni cuanta vida nos queda juntos. Ojalá se cuenten los años. Te agradezco tantas cosas…Te prometo querido desconocido que no cambiaría ni un solo minuto de todo el tiempo que llevamos juntos.
Teresa Ojeda
Muy emotivo tu relato, casi podríamos llamarlo testimonio. Yo también estoy convencida de que conservar la propia identidad (pensamientos, creencias, recuerdos que son solo nuestros…) dentro de la pareja, es lo que hace que el amor crezca y el estar juntxs valga la pena.
Maruja Salgado
Me gustaMe gusta